La Universidad de Tübingen descubre en una misión germano-egipcia, una nueva cámara funeraria que había permanecido bajo tierra durante 2.600 años. El descubrimiento se ha llevado a cabo en la necrópolis de Saqqara, donde ha aparecido el ataúd de una mujer llamada Didibastet, momificada junto a seis vasos canopos, recipientes en los que se depositaban los órganos de la difunta. La tradición conocida hasta ahora era utilizar solo cuatro recipientes, por lo que se trata de una anomalía en la costumbre funeraria. Del mismo modo, se encontró un taller de embalsamamiento, lo que supone un descubrimiento sin precedentes.
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